La dinámica actual de desarrollo mundial convoca a las diferentes organizaciones y entidades a sumarse a su ritmo de crecimiento si quieren sobrevivir. El rápido desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones han provocado un crecimiento extraordinario del conocimiento que se transforma continuamente y se contextualiza a los diferentes escenarios. En este proceso el hombre evoluciona agigantadamente a partir de ser el motor impulsor de tal avance. De ahí que las relaciones humanas que se establecen y las conductas que se asumen determinan en los resultados de la labor que se realiza. Desde esta línea de análisis se convierte en una necesidad profundizar en los estilos de dirección que se asumen en los diferentes procesos pues ellos determinan, en gran medida, el comportamiento y las relaciones interpersonales entre las personas.


El acelerado desarrollo de la revolución científico-técnica, las tecnologías de la información y la comunicación han provocado profundas transformaciones en las estructuras y funciones sociales de las diferentes entidades existentes. Se pone de manifiesto un crecimiento extraordinario del conocimiento que se transfigura constantemente según los escenarios y posibilidades. En este contexto, el trabajo en equipo se convierte en un factor de determina la eficiencia en la dirección de cualquier organización, pues favorece la adecuada combinación de la generación, explotación e implementación del conocimiento con la presencia de personas motivadas, comprometidas con el éxito y con un clima de diálogo y respeto que constituyen ventajas del trabajo en equipo.